El patrimonio cultural también está en tu empresa
- Claudia Pérez Fuentes
- 9 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 may 2020
No es atributo exclusivo de un país, tampoco de construcciones añosas y palaciegas, o de las piezas expuestas en un museo. No, el patrimonio cultural, ese vasto conjunto de expresiones tangibles e intangibles que dan cuerpo e identidad a un territorio o comunidad, también puede extrapolarse a los más variados grupos u organizaciones por más pequeñas que estas sean, pero que al igual que una etnia, por ejemplo, -y digo esto con el máximo respeto y guardando todas las proporciones habidas y por haber-, tienen valores, costumbres y tradiciones que los unen y cuyo denominador común son las personas, ellas son las piezas clave, la columna vertebral que encarna, salvaguarda y promueve sus atributos; el canal a través del cual la organización puede de manera concreta conservar y amplificar su quehacer. El patrimonio humano es, por lo tanto, lo más valioso para una entidad sea cual sea su tamaño, ámbito de acción, objetivo u origen; la comunicación, en tanto, la forma más efectiva que estas tienen para integrar y comprometer a sus colaboradores. De ahí la importancia que cobran las comunicaciones que más allá del nombre que asuman -internas, externas, corporativas, estratégicas, digitales o tradicionales-, tienen como esencia el saber contar. Claro, todos podemos contar algo, es más, lo hacemos a diario, pero en comunicaciones la clave está en tener claro qué queremos contar, por qué queremos hacerlo, cómo, cuándo y dónde lo haremos y, lo más importante, a quién dirigiremos el mensaje que, ante todo debe ser relevante y contribuir de algún modo a quienes lo reciben, si no, pasará al olvido. Eso es lo último que a un comunicador le puede pasar, corrijo: no le puede pasar. Los mensajes que elaboramos deben tener la capacidad de volverse memorables, impactar y llegar, en este caso, a ese patrimonio humano que queremos cuidar y comprometer.

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